Anonima. Encontrada en internet pero muy interesante para entender un equipo.
Esta historia tuvo lugar hace no mucho tiempo, y tiene como protagonistas a un grupo
de remeros y su timonel.
Un día un patrón de barco de carreras a remo decidió hacer una tripulación y contratar a un timonel y 10 remeros para que llevasen su barco, este patrón cedió la dirección del barco por completo al timonel, y este se encontró con un equipo de remeros maravilloso. Quizás no eran los más fuertes, ni los más técnicos, pero percibió que todos tenían un corazón grandísimo y unas ganas inmensas de remar desde su juventud. El timonel llevaba ya muchos años dirigiendo barcos, y pocas veces fallaba en sus intuiciones, y esta vez estaba seguro de lo que veía. Tenía la mejor de las tripulaciones que podía tener para el tipo de barco en el que iban a navegar y en el tipo de competiciones en que iban a participar. Además, el patrón desde el primer momento le dejó claro que el objetivo para esa tripulación era formarse, aprender y hacer el mejor papel posible, ganando o perdiendo carreras, pero siempre creciendo como EQUIPO.
Poco a poco empezaron a entrenar y prepararse, y vio que lo que había intuido era una firme realidad, ese grupo de remeros era muy singular, y le hacía volver a vivir cosas como timonel que hacía mucho tiempo que no experimentaba. Las semanas y los meses fueron pasando, y fue conociendo mejor a los integrantes del grupo, de manera que más o menos iba sabiendo las inmensas virtudes de la mayoría, y los muy pocos y pequeños defectos de los que adolecían.
Pero un día algo empezó a enturbiarse, en una carrera tonta, varios de los remeros se hicieron daño y no pudieron seguir remando, otro de ellos intento remar por los demás arrastrando el barco a la deriva, otro decidió que no remaba porque aquello era insalvable e iba a encallar contra la orilla irremisiblemente… El timonel se desespero a gritarlos, intento por todos los medios que se coordinasen y remasen todos a la vez, el gran secreto de esa tripulación, remar en EQUIPO, pero por mucho que gritaba, por mucho que les decía lo que debían hacer, no le escuchaban, o no le entendían. El barco se salvo por los pelos, pero el timonel vio que aquello era un problema y empezó a analizar uno a uno a sus queridos remeros:
de remeros y su timonel.
Un día un patrón de barco de carreras a remo decidió hacer una tripulación y contratar a un timonel y 10 remeros para que llevasen su barco, este patrón cedió la dirección del barco por completo al timonel, y este se encontró con un equipo de remeros maravilloso. Quizás no eran los más fuertes, ni los más técnicos, pero percibió que todos tenían un corazón grandísimo y unas ganas inmensas de remar desde su juventud. El timonel llevaba ya muchos años dirigiendo barcos, y pocas veces fallaba en sus intuiciones, y esta vez estaba seguro de lo que veía. Tenía la mejor de las tripulaciones que podía tener para el tipo de barco en el que iban a navegar y en el tipo de competiciones en que iban a participar. Además, el patrón desde el primer momento le dejó claro que el objetivo para esa tripulación era formarse, aprender y hacer el mejor papel posible, ganando o perdiendo carreras, pero siempre creciendo como EQUIPO.
Poco a poco empezaron a entrenar y prepararse, y vio que lo que había intuido era una firme realidad, ese grupo de remeros era muy singular, y le hacía volver a vivir cosas como timonel que hacía mucho tiempo que no experimentaba. Las semanas y los meses fueron pasando, y fue conociendo mejor a los integrantes del grupo, de manera que más o menos iba sabiendo las inmensas virtudes de la mayoría, y los muy pocos y pequeños defectos de los que adolecían.
Pero un día algo empezó a enturbiarse, en una carrera tonta, varios de los remeros se hicieron daño y no pudieron seguir remando, otro de ellos intento remar por los demás arrastrando el barco a la deriva, otro decidió que no remaba porque aquello era insalvable e iba a encallar contra la orilla irremisiblemente… El timonel se desespero a gritarlos, intento por todos los medios que se coordinasen y remasen todos a la vez, el gran secreto de esa tripulación, remar en EQUIPO, pero por mucho que gritaba, por mucho que les decía lo que debían hacer, no le escuchaban, o no le entendían. El barco se salvo por los pelos, pero el timonel vio que aquello era un problema y empezó a analizar uno a uno a sus queridos remeros:
1. Tenía a uno de los remeros más creativos de la competición, él sabía leer como
nadie donde estaban las corrientes, donde había que girar para ganar unos metros
a los contrarios, pero se ofuscaba contra su remo y se peleaba con él, de manera
que malgastaba sus fuerzas contra su herramienta, y no podía aprovechar todo lo
inmensamente bueno que había dentro de él.
2. Tenía otro remero que era muy técnico, sabía todo lo que debía hacer en cada
momento, pero en el momento que veía que otro barco les adelantaba, o que sus
paladas no daban el resultado por él esperado, desesperaba y dejaba de remar,
con el consiguiente perjuicio para sus compañeros y para su esfuerzo.
3. Otros dos de los remeros eran pura voluntad. No eran los más técnicos, pero su
corazón llegaba allí donde no llegaba su conocimiento del mar. Muchas veces
esa fuerza que derrochaban les traicionaba y les hacía malgastar con rabia sus
energías porque el barco no tomaba la dirección que el timonel deseaba.
4. Había un remero que se había hecho daño una vez y nunca había vuelto a ser el
mismo. El timonel sabía que era un remero muy bueno, pero desconocía porque
Había pasado eso y qué hacer para hacerle ver que podía volver a remar igual de
bien que siempre, ya que su gran capacidad de lucha en circunstancias difíciles
había desaparecido repentinamente, cosa que el timonel no entendía y quería
ayudar a resolver.
5. Tenía otro par remeros que eran puro trabajo, pero no eran muy afortunados con
sus paladas. Aun así, en muchas ocasiones su trabajo sin descanso y sus
pequeñas contribuciones con acierto siempre habían conseguido que el barco
ganase esos poquitos nudos de más de velocidad suficientes para ganar una
carrera. Para el timonel eran importantísimos como los demás.
6. Otro remero era nuevo y no sabía todavía muy bien cómo comportarse. Sus
compañeros en un principio le ayudaban, pero luego, ante su incomprensión,
dejaron de ayudarle. Él quería ayudar dentro de sus posibilidades, que eran
muchas, pero no le dejaban ni le ayudaban a hacerlo, con lo cual estaba perdido
y confundido, haciendo sin querer a veces mal las cosas, porque simplemente el
timonel no podía dedicarle todo el tiempo que necesitaba, y sus compañeros en
vez de ayudarle, se quejaban de él.
7. Otro remero era la creación en persona. Sería un muy buen futuro timonel y un
remero de lujo si conseguía concentrarse en lo que hacía. Salvo ese pequeño
problema de concentración, era una fuente de inspiración y concordia para el
resto de la tripulación.
8. Y otro de los remeros era de los más fuertes sin duda. Había veces que su
empuje se notaba tanto que quería mover él solo el barco, con dudosos
resultados a veces… y con la incomprensión de sus compañeros remeros, que
creían que él les tiraba su trabajo por la borda, cuando este remero lo único que
quería era que el barco avanzase lo más rápido posible.
Con esta situación el timonel había intentado organizarlos en repetidas ocasiones,
les había dicho como funcionar, como remar, como trabajar en EQUIPO, pero él
veía que las condiciones individuales de cada uno empezaban a primar sobre lo que
él les contaba. En una regata, el barco terminó finalmente encallando. Fue algo horrible, un cúmulo de desgracias, puesto que todo lo que podía salir mal salió. Los remeros, llevados
por la desesperación empezaron a reprocharse cosas, cuando realmente ellos 10 eran
los únicos que con su trabajo podían sacar el barco de aquel banco de arena. La meta
no estaba lejos, y trabajando todos juntos podrían ser capaces todavía de alcanzarla,
pero si se olvidaban de trabajar juntos y hacían la guerra por su cuenta no irían a
ningún lado.
El timonel gritó y gritó, ordeno y ordeno, se desespero, lucho por que le entendiesen,
pero el resultado fue infructuoso, y veía como el barco se hundía cada vez más en
ese banco de arena. Lo que más le dolía al timonel es que él había visto a ese
EQUIPO superar dificultades inmensamente mayores, y que ahora, ante ese
pequeño escollo, no eran capaces de organizarse, coordinarse y marchar hacia
delante. No hablaban entre ellos, sino que esta vez preferían gritarse, y claro esta,
nadie se entendía. Parecía que hablaban diferentes idiomas.
Pero llego el momento en que el timonel dijo basta. Y paro, y les dijo que por favor
hablasen y se comportasen como lo que eran, un EQUIPO, y que remasen todos en
la misma dirección en función cada uno de sus diferentes posibilidades, que para ese
EQUIPO resultaba que eran complementarias!
En ese momento el EQUIPO estaba completo, y él les miró a los ojos viendo ese
brillo que el primer día le había hecho creer firmemente en ellos. Sabía que podían
superar este problema, y que lo iban a hacer, pero la duda que a él le surgía es si
ellos eran realmente conscientes que al timonel poco le importaba llegar el primero
o el cuarto a la meta siempre que su EQUIPO estuviese a gusto y disfrutase con
cada golpe de remo. Y ahora él veía que no era así, que los remeros le miraban
confundidos y sin saber muy bien que hacer, aunque presentía que la solución se
acercaba, que los remeros por fin iban a volver a ser un EQUIPO y empezarían a
adelantar posiciones en la carrera, puesto que todavía no había nada perdido, puesto
que simplemente con volver a remar TODOS juntos, el barco volvería a salir hacia
delante…
Pero bueno, eso es otra historia, y os la contaré más adelante, puesto que todavía
está por escribir, y sus protagonistas tienen estas páginas ahora mismo entre las
manos y decidirán en breve qué camino seguir: O quedarse encallados y abandonar
el barco, o remar mas fuerte todavía, todos a una, y conseguir salir de allí, llegando
en la posición que sea, pero llegando a la meta, que no es otra que convertirse en un
EQUIPO…
veía que las condiciones individuales de cada uno empezaban a primar sobre lo que
él les contaba. En una regata, el barco terminó finalmente encallando. Fue algo horrible, un cúmulo de desgracias, puesto que todo lo que podía salir mal salió. Los remeros, llevados
por la desesperación empezaron a reprocharse cosas, cuando realmente ellos 10 eran
los únicos que con su trabajo podían sacar el barco de aquel banco de arena. La meta
no estaba lejos, y trabajando todos juntos podrían ser capaces todavía de alcanzarla,
pero si se olvidaban de trabajar juntos y hacían la guerra por su cuenta no irían a
ningún lado.
El timonel gritó y gritó, ordeno y ordeno, se desespero, lucho por que le entendiesen,
pero el resultado fue infructuoso, y veía como el barco se hundía cada vez más en
ese banco de arena. Lo que más le dolía al timonel es que él había visto a ese
EQUIPO superar dificultades inmensamente mayores, y que ahora, ante ese
pequeño escollo, no eran capaces de organizarse, coordinarse y marchar hacia
delante. No hablaban entre ellos, sino que esta vez preferían gritarse, y claro esta,
nadie se entendía. Parecía que hablaban diferentes idiomas.
Pero llego el momento en que el timonel dijo basta. Y paro, y les dijo que por favor
hablasen y se comportasen como lo que eran, un EQUIPO, y que remasen todos en
la misma dirección en función cada uno de sus diferentes posibilidades, que para ese
EQUIPO resultaba que eran complementarias!
En ese momento el EQUIPO estaba completo, y él les miró a los ojos viendo ese
brillo que el primer día le había hecho creer firmemente en ellos. Sabía que podían
superar este problema, y que lo iban a hacer, pero la duda que a él le surgía es si
ellos eran realmente conscientes que al timonel poco le importaba llegar el primero
o el cuarto a la meta siempre que su EQUIPO estuviese a gusto y disfrutase con
cada golpe de remo. Y ahora él veía que no era así, que los remeros le miraban
confundidos y sin saber muy bien que hacer, aunque presentía que la solución se
acercaba, que los remeros por fin iban a volver a ser un EQUIPO y empezarían a
adelantar posiciones en la carrera, puesto que todavía no había nada perdido, puesto
que simplemente con volver a remar TODOS juntos, el barco volvería a salir hacia
delante…
Pero bueno, eso es otra historia, y os la contaré más adelante, puesto que todavía
está por escribir, y sus protagonistas tienen estas páginas ahora mismo entre las
manos y decidirán en breve qué camino seguir: O quedarse encallados y abandonar
el barco, o remar mas fuerte todavía, todos a una, y conseguir salir de allí, llegando
en la posición que sea, pero llegando a la meta, que no es otra que convertirse en un
EQUIPO…