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viernes, 8 de enero de 2010

LAS ESPECIES QUE PUEBLAN LAS CANCHAS DE BALONCESTO

Navegando por Internet he encontrado las diferentes especies de jugadores que hay por las pachangas de verano, amigos o empresa. Algunos de estos también te los encuentras por las competiciones oficiales. Están divididos en 8 especies, aquí os pongo las dos primeras. Cuando se acabe la entrega, vosotros vereis donde os veis o donde veis a algún amigo, también vale para lo enemigos. Jajajaja.



El "quiero ser como Iverson"

Especie: Tirahastalaszapatillus Maximus
Comportamiento característico: Lanzar la bola a la canasta. Prontito y a menudo.
Marcas Distintivas: Si lleva una "manga" (por ejemplo: lo que llevan AI, Carmelo...etc. en el brazo), y/o una camiseta réplica de la NBA, te espera una tarde muy larga
Enemigos Naturales: Los otros cuatro tíos de su equipo.
Grito de apareamiento: "¡Eso entra!" (Clank)




Es un chaval muy seguro de sí mismo. En eso tienes que estar de acuerdo. Fallará cinco seguidas, pero sabe que la sexta va a entrar. Y también la séptima. Y la octava. Y la decimoquinta. No es que el “quiero-ser-como-Iverson” no deba tener la bola -de hecho suele ser el que mejor la maneja de todos-, o que mejor que hiciese bloqueos, o buscase el rebote, o intentase ir bajo el aro (es demasiado bajo para ello). No, el problema con el “quiero-ser-como-Iverson” es el mismo problema que le pasa al verdadero Allen Iverson: El solo puede meter o sacar a tu equipo del partido. En este caso, suele ser sacarlo.

Con un estilo ciertamente guapo, el “quiero-ser-como-Iverson” suele empezar el partido muy fuerte, chuleando a su defensa con un par de espectaculares canastas en 1x1 (uno contra uno). Y hasta ahí. Concretamente hasta que el otro equipo se da cuenta. Entonces le persigue, le presiona, le hace 2x1. Eso deja a montón de tíos solos en las esquinas y bajo la canasta. Mueven las manos, dan palmadas. Lástima que el “quiero-ser-como-Iverson” no pasa. Sigue tirando, un tiro presionado tras otro, decidido a enseñar su talento, lo especial que es, su carácter imparable. Sus compañeros primero se enfadan, luego se vuelven vagos. Pasan de correr, de defender, ni siquiera correrán el contraataque ni intentarán meter canastas fáciles tras rebote.

Todo esto reafirma al “quiero-ser-como-Iverson” en lo que hace, hasta el punto que tirará hasta las zapatillas: antes o después, incluso el otro equipo se cabreará. El final suele ser de los peores posibles, el tipo de partido acabado, donde los jugadores se piran cabizbajos del campo con los brazos en jarras, murmurando cabreados, incluso antes de que se acabe el partido.

(Nota: para ser justo, se debe indicar que el quiero-ser-como-AI se digna a pasar al menos una vez en cada partido. Desgraciadamente, dicho pase suele ser un pase en espiral (n.del.t : corkscrewing se refiere al pase de futbol americano en el que la bola gira sobre sí misma como un sacacorchos), a 180 kph, sin mirar, desde 1 metro y medio, que consigue dejarte los dedos hechos puré, antes de desembocar en tus gónadas, dejando al quiero-ser-como-AI meneando la cabeza y prometiéndose a sí mismo que no volverá a pasar la bola en lo que quede de tarde).







El Que Es Demasiado Bueno.



Especie: Homo Superior.
Comportamiento Característico: Anotar cuando quiere, haciendo que sus oponentes parezcan cuatro peldaños por debajo.
Marcas Distintivas: Una mirada de aburrida indiferencia, sazonada con satisfechas sonrisas de autosuficiencia.
Enemigos Naturales: Ninguno. “El Que Es Demasiado Bueno” intimida, no inspira miedo.
Grito de apareamiento: "¡Bola!"





Él es lo más cerca que estarás nunca de jugar con Kobe Bryant. Y no de la manera que mola. “El Que Es Demasiado Bueno” es justo eso: muuuuucho mejor que cualquier otro en la cancha, tanto que parece venir de otro planeta, una lejana galaxia cuyos habitantes miden todos 2,13 y controlan esferas naranjas con el poder de su mente. A lo mejor ha jugado en Segunda, a lo mejor ha jugado en Primera. (Y como sea un ex-profesional, no te equivoques como mucho se está esforzando al 5%. Lo sé porque una vez gané a Isiah Thomas y otro tipo en un partido 2 contra 2 en mi gimnasio; Zeke estaba definitivamente más interesado en controlar su teléfono móvil que en controlarme a mí).

La cuestión es: Ir contra “El Que Es Demasiado Bueno” es sencillamente injusto. Irrisorio diría. ¿Intentas defenderle al hombre? Vas a echar algo desde tus entrañas más oscuras y profundas, uno de esos músculos del bajo vientre que ni siquiera sabías que tenías, hasta que estalla como un trozo de carbón candente que te hace dudar si tu apéndice ha reventado ya. ¿Crees que estás solo para un tiro? “El Que Es Demasiado Bueno” te alcanzará como un guepardo lo haría con un ñu que cojea, y entonces hará desaparecer el balón de en medio del aire. Con ambas manos.

Por darle un poco de vidilla, o bien para no dormirse, “El Que Es Demasiado Bueno” a menudo se relaja -tira con la zurda, defiende solo con las piernas, se dedica sólo a rebotear o pasar durante largos periodos de tiempo-. Lástima que nada de esto importe. Cuando el partido se decida, “El Que Es Demasiado Bueno” invariablemente meterá la canasta ganadora, rápido y con facilidad, como si los cinco tíos que intentan pararle desesperadamente fuesen cinco conos de tráfico.

¿Lo peor de todo? Que jugar contra “El Que Es Demasiado Bueno” es descorazonador, pero jugar en su equipo te hace sentir directamente como un fantasma: Puedes quedarte en la cancha hasta que apaguen las luces, pero aún así te vas a sentir menos involucrado en el partido que los que lo miran desde fuera.





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